Resumen:
Cesare Pavese es ante todo y por sobre todo un escritor en el que la vida y la literatura se funden. En sus novelas, en sus ensayos, en sus diarios y en sus cartas, el autor de La luna e i falò se buscó a sí mismo, intentó definirse en imágenes, un modo de conocerse y también de darse a conocer a los otros. Como señala Paul de Man en “La autobiografía como desfiguración” (1991), el yo es construido por el texto y no al revés. En este sentido, cabe hacernos la pregunta acerca de cómo es ese yo pavesiano en su epistolario: ¿qué imágenes de sí construye en sus cartas? ¿es posible que en ellas prime la poiesis sobre la mimesis?
El extenso y nutrido epistolario pavesiano comprende un lapso que va desde 1926 a 1950. En ese conjunto sorprenden algunas constantes, especialmente en el modo en que el escritor se autofiguró para los demás, recurrencias que se constituyen en verdaderas líneas de fuerza que dan forma a una imagen de escritor en tensión constante entre vida y literatura, soledad y solidaridad, fracaso existencial y éxito profesional. En este artículo buscamos identificar y poner en relación esas líneas de fuerza que observamos en las cartas, aspectos que es posible hallar también en escritos ficcionales de este autor.