Resumen:
Los trabajos analizados en este capítulo aportan evidencia clara respecto de la toxicidad que clorpirifos ejerce sobre organismos acuáticos, su transporte a largas distancias y su potencial de bioacumulación. Dichos trabajos aportan datos consistentes con los que recientemente ha postulado la Comisión de Compuestos Químicos de la Unión Europea, ECHA, para sustentar la propuesta de incorporación de clorpirifos como COP ante el Convenio de Estocolmo (https://echa.europa.eu/documents/10162/bb4342c2-64f1-d184-e8d8-334f02842f9b).El relevamiento bibliográfico demuestra que el clorpirifos ejerce múltiples efectos dañinos sobre los organismos acuáticos. Los efectos observados incluyen alteraciones del crecimiento, del desarrollo, de la reproducción, del comportamiento, del sistema inmune y endocrino y de parámetros bioquímicos relacionados a esterasas y estrés oxidativo, entre otros procesos. A nivel histopatológico, clorpirifos afecta tejidos como gónadas, branquias, cerebro, intestino, hígado y riñones, lo cual afecta la respiración, la regulación iónica y osmótica, la capacidad de absorción y reserva de nutrientes, la capacidad de detoxificación, el crecimiento y la reproducción, entre otros procesos.Los efectos neurotóxicos subletales observados a nivel individual (que en peces se manifiestan desde concentraciones que son de 1 a 3 órdenes de magnitud inferiores a la CL50) podrían afectar la supervivencia de los individuos expuestos y tener repercusiones a nivel poblacional, ya que pueden afectar la capacidad de selección de hábitat, la conducta migratoria, la respuesta de escape frente a predadores y/o la capacidad para capturar presas, la comunicación entre individuos, la respuesta frente a enfermedades infecciosas, etc.A nivel de comunidad, se ha comprobado que la exposición a clorpirifos altera la composición taxonómica y estructura de las comunidades de macroinvertebrados, siendo este grupo considerado como el más sensible frente a plaguicidas organofosforados.Los niveles ambientales esperados de clorpirifos en aguas superficiales prácticamente de toda la República Argentina y las frecuencias de detección que han sido observadas en las últimas décadas sugieren que los riesgos y los niveles de daño sobre los organismos acuáticos son elevados, calificándolos como inaceptables.